Todo lo que Caputo quiso saber del 2×1 y no se animó a preguntar

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Inducido por tres empresas proveedoras de bienes de la canasta básica, el ministro de Economía, Luis Caputo, se convenció de que las promociones 2×1 que ofrecen los supermercados encubren, en realidad, una baja de los precios que, por estas maniobras, no quedan reflejadas en un IPC de alimentos más bajo. En pocas palabras, el ministro y, en consecuencia, el propio presidente Javier Milei, entienden que si un comercio vende la segunda unidad de un mismo producto a mitad de precio debería poder, en realidad, vender la primera unidad a un valor más bajo. Porque suponen, de manera equivocada, que, si un comercio puede vender la segunda unidad a un valor mucho más bajo, es porque el precio de la primera está inflado para compensar el descuento en la segunda unidad.

La teoría, que se expandió por comunicadores amigos y por cada funcionario del propio Gobierno, no sólo es una discusión estéril en la ecuación económica de un gobierno que devaluó más de 100 por ciento y liberó precios, sino que además no explica el porqué de las promociones. Las ofertas del 2×1 compensan el descuento por dos vías: remarcaciones más importantes en otros productos; o bien acuerdos de venta en volumen entre los supermercados y los proveedores.

Naturalmente, el ministro les preguntó a las alimentarias cómo era el tema, pero no le contaron cómo se arman las promociones porque, de blanquearlo, hubiesen dejado en claro que los descuentos vienen, en realidad, a proteger el aumento irrestricto del precio de la primera unidad.

Génesis de una promo

¿Cómo se genera una promoción? Fuentes de las alimentarias y de los grandes supermercados contaron que el esquema, que se aplica hace décadas, tiene el corazón en dos tipos de acuerdos. Por un lado, las de los supermercados, que compensan (como cualquier comercio de cualquier ramo) la oferta de la segunda unidad con un mayor margen de remarcación en otros productos. Estos productos van entre un listado de 100 y 200 que se denominan de alta percepción. Son los que más giran y más se consumen. Algunos tienen un precio nominal muy bajo, y si les suman rentabilidad extra los consumidores en general no lo perciben como un golpe. Otros son muy demandados y se encadenan, de algún modo, con los de la promo 2×1. Un ejemplo: hay supermercados que faenan carne y venden cortes más baratos que en la carnicería. Los supermercados saben que la carne arrastra la compra de otros productos: el que se lleva la carne, también, se lleva el 2×1 en Coca Cola, lleva pan y además la verdura para la ensalada del asado. En esa cadena, se compensa no sólo la segunda unidad de la gasesosa, sino también el precio bajo de la carne.

La otra vía que, de algún modo financia las promociones, son los acuerdos que ofrecen los proveedores. Por ejemplo, el caso de Coca Cola develado por Página I12, en el que se ofrecía la segunda unidad más barata porque el producto está cerca de vencer porque no se vende. En esa misma línea, está lo que se denomina “acuerdo de devolución”. Sin alterar el precio de la primera unidad, una empresa que necesita aumentar volumen de venta, le financia al supermercado la promoción 2×1 para hacer lo posible por vender lo que la recesión no le está permitiendo vender. Hace unos días, una láctea grande lo hizo con yogures, porque si el super no puede vender la mercadería, se la devuelve al proveedor, que se queda sin vender.

Con esa misma lógica se financian, por ejemplo, los descuentos de bienes durables de los denominados Black Friday, que en general ofrece productos de electro. Esos precios que se venderán a valor más bajo, no sólo suelen estar aumentados antes de aplicarle el descuento, sino que además está estudiado que el que va a comprar un televisor se lleva, si o si, algún otro bien que ha sido remarcado con un margen mayor al habitual y que el consumidor no está mirando.

No bajan los precios

Ahora bien, la clave para entender el fenómeno de las promociones, que nada tiene que ver con un proceso de baja en los precios, es por qué los proveedores de alimentos salen a venderle a Caputo una teoría que no existe. La respuesta es porque protegen el precio unitario, que es el que les permite diferentes márgenes de maniobra. Un ejemplo: hay proveedores que descargan costos logísticos, de variación constante, en el precio de góndola. O allí es donde van a parar los aumentos paritarios, que las empresas describen como “costo laboral”.

 

A decir verdad, Caputo parece no haber aprendido ni siquiera de los procesos históricos que integró desde la función pública. Alfonso Prat Gay, primer ministro de Economía de Mauricio Macri, les pidió en 2016 a los empresarios que eliminaran las promociones porque eran una trampa. Caputo era miembro de ese Gabinete, que ya insistía con la ficción de relacionar los descuentos con una supuesta baja de precios encubierta.