Después de casi trece jornadas de acampe frente al Comando Radioeléctrico de Posadas, los uniformados en pie de protesta contra el gobierno de Misiones finalmente aceptaron la última propuesta de las autoridades provinciales y desarmaron las tolderías que habían emplazado sobre la calle Uruguay de la ciudad capital. El anuncio se realizó luego de la reunión que habían mantenido en la medianoche del martes los representantes de los uniformados disidentes con distintos enviados del gobierno, entre ellos los ministros de Coordinación, Héctor Llera, y de Haciendo, Adolfo Safrán, además del jefe de la fuerza, comisario Sandro Martínez.
La decisión fue comunicada en la madrugada de este miércoles por los suboficiales retirados Ramón Amarilla y Germán Palavecino, portavoces y delegados del colectivo de agentes activos y retirados tanto de la policía misionera como del Servicio Penitenciario que desde el viernes 17 de mayo estaban acampando en calles del barrio posadeño El Palomar a la espera de una mejora salarial que recompusiera el poder adquisitivo perdido por la estampida inflacionaria de los últimos tiempos.
El “Pacto de entendimiento”
Si bien no se detalló con precisión los pormenores del arreglo (titulado “Pacto de entendimiento”, según hizo saber Amarilla en un texto leído en la esquina del Comando pasada la una de la madrugada), el mismo incluye otro aspecto sensible para los policías: la amnistía de todo proceso sumarial o penal derivado de las protestas. Es que el fin de semana se habían hecho públicas las denuncias realizadas por el gobierno provincial contra los cabecillas de los policías díscolos, entre las que se encontraban cargos como sedición e incitación a la violencia, entre otros.
Además se estima que el aumento propuesto por el gobierno ronda, en promedio, un incremento del 50 por ciento, apenas un décimo más que la última oferta y exactamente la mitad de lo que los policías venían reclamando. Se supone que influyó en la aceptación final cierto desgaste que los policías venían sufriendo en un acampe signado por las temperaturas más bajas del año.
Con todo, el anuncio que Amarilla y Palavecino hicieron en la esquina de Uruguay y Félix Bogado fue recibido con ovaciones por los uniformados apostados en el acampe, incluso a pesar de que dista de la cifra que en un inicio reclamaban con intransigencia.
Los docentes, en soledad
La contracara de la firma del “Pacto de entendimiento” con el gobierno de Hugo Passalacqua (quien atravesó los trece días de protesta policial sin expresarse al respecto más que con publicaciones genéricas en sus redes sociales) es que ello implica la ruptura de la alianza con los colectivos docentes que reclamaban para ellos exactamente lo mismo en un acampe similar sobre la misma calle, pero a una cuadra de distancia. La posibilidad de que los uniformados arreglaran por su cuenta y abandonaran el frente conjunto ya corría en la noche del lunes, cuando los maestros y profesores recibieron la noticia del encuentro que las fuerzas de seguridad disidentes iban a mantener con las autoridades provinciales en la Jefatura de Policía.
Esa alianza se había concretado el martes de la semana pasada, cuando centenas de docentes y maestros cortaron el Puente Garupá (uno de los principales accesos a Posadas) y recibieron entonces de parte del Ramón Amarilla la propuesta de abandonar ese piquete para replegarse en conjunto sobre la avenida Uruguay. El trato incluía no abandonar ninguno de los acampes hasta que las dos partes lograran el mismo acuerdo con el gobierno misionero, cosa que los policías acaban de romper esta misma madrugada.
Si bien tanto policías como docentes llevaron en lo sucesivo distintas modalidades de reclamo, el domingo pasado Amarilla y Palavecino se acercaron al campamento de empleados de la educación para establecer su posición y esbozar distintas sugerencias. Micrófono en mano, Amarilla se había comprometido a mantener el trato que él mismo había propuesto: “Todos estamos mal y hay que resolver el conflicto con todos, no primero con la Policía y después que nos manden a enfrentarnos, porque eso sería una lucha de pobres contra pobres”, dijo. Aunque dos días después sus palabras contradijeron sus hechos.
En esa misma alocución frente a los docentes en protesta, el subcomisario mayor retirado también deslizó su desacuerdo con los cortes de ruta y las caravanas a los domicilios de Hugo Passalacqua y de Carlos Rovira, el líder político del Frente Renovador de la Concordia que gobierna la provincia de manera ininterrumpida desde 2003. “Quiero darles con consejo: acá no se gana nada con entrar en el delito; respeto lo que todos estamos haciendo por necesidad, que es manifestarnos para hacerle ver al gobierno lo que nos pasa y que no quiere aceptar, pero nuestra lucha está acá”, puntualizó, priorizando el acampe como mecanismo exclusivo de protesta.
Sin embargo, apenas un día después los propios uniformados sorprendieron con una apuesta reñida con la ley al movilizarse en los patrulleros tomados hacia la Casa de Gobierno atravesando calles peatonales y detonando tras su paso ruidos que nunca quedaron en claro si eran petardos arrojados a la vía pública o disparos de balas de goma. Consultado sobre estas maniobras, Amarilla quiso desligarse: “Les hemos llamado a la reflexión de que ese no es el camino, pero no los pudimos sujetar. La gente ya no aguanta más”.
Por debajo de todo esto, puertas adentro de la Renovación se trata de mensurar el costo político que le está reportando a esta alianza electoral provincialista semejante exposición en la agenda nacional por una problemática que aún no se ha resuelto, ya que perduran otros focos de conflicto derivados. Una suerte de control de daños por errores no forzados que ponen a Misiones en la lupa.
Así las cosas, a partir de hoy los docentes quedarán en soledad (con una pequeña presencia de personal de la salud) sobre la calle Uruguay, epicentro de una estrategia que se propaga con movilizaciones y cortes varios en rutas y pueblos del interior de la provincia, modalidad que analizan profundizar. Y si bien se especula que al cierre de esta semana se reabra una mesa de negociación con el gobierno, vuelve sobre el tapete una inquietud que siempre estuvo en el aire: qué pasaría si esos mismos policías que hasta hace horas compartían trinchera ahora son conminados a aplicar en el denominado “Protocolo para el mantenimiento del orden público ante el corte de vías de circulación” en Misiones.