En un escenario de mal humor generalizado, con los aliados del oficialismo rumiando bronca tras el boicot libertario al proyecto de “Ficha Limpia”, Martín Menem buscará reelegir como presidente de la Cámara de Diputados. El PRO y algunos opositores amigables no quieren escándalos y, más allá de los pases de factura, amagan con facilitarle a Menem su continuidad al frente de la Cámara baja. Sin embargo, la votación no será unánime y el peronismo hará transpirar al riojano hasta último momento. La indefinición de Unión por la Patria, que aún no arribó a un consenso interno, suma incertidumbre en la previa de una sesión que, apenas 24 horas antes, el oficialismo cree tener bajo control. Menem confía en que, con su reelección, podrá asegurarle a Javier Milei que tiene la casa en orden.
“El quórum no está en peligro”, repetían alfiles radicales y pichettistas previo a reunirse, tarde a la noche, en el despacho de Menem para porotear la sesión preparatoria. El pronóstico era sobre todo un análisis político: en la oposición nadie quiere arriesgarse a que Javier Milei salga acusarlos de desestabilizadores, afectando la línea de sucesión presidencial. “Va a decir que estamos impulsando un golpe de Estado”, masculla un dirigente de Encuentro Federal. En efecto y como para no queden dudas, en la Casa Rosada se dedicaron a bajar línea desde temprano: cualquier bloqueo a la reelección de Menem sería calificado como un “golpe institucional”.
Los distintos bloques opositores vienen acumulando, hace meses, reproches contra Menem. Incluyen desde los sistemáticos insultos presidenciales al Congreso, pasando por el inequitativo reparto de las comisiones hasta la suspensión sin previo aviso del debate del Presupuesto 2025. Sin embargo, al cierre de esta edición, el riojano podía respirar tranquilo. “Menem ya está preparando la sidra, lo que se vienen son luces de artificio”, asegura, profético, un radical díscolo de Democracia para Siempre.
Los números le eran favorables. El PRO, más allá de la furia de Mauricio Macri con el gobierno, acompañará la designación. La misma actitud adoptarán los dos bloques radicales y, con algunas ausencias, una parte del pichettismo de Encuentro Federal. Atrás quedaron las maquinaciones para ubicar a otro dirigente en la silla de la presidencia. Macri lo había intentado con Cristian Ritondo a principio de año, pero fracasó. Y EF y el peronismo lo habían meditado, hace unos meses, con Emilio Monzó. Pero optaron por no avanzar: Miguel Pichetto estaba en contra y el peronismo no quería que lo acusaron de ser “destituyente”.
Pavimentado el camino a la reelección de Menem, la pelea había pasado, en cambio, hacia el resto de las autoridades. Las vicepresidencias. La primera vicepresidencia quedará en manos de Cecilia Moreau, ya que UxP es, por lejos, la primera minoría. El PRO, sin embargo, buscará disputarle la segunda vicepresidencia a la UCR bajo la premisa de que, tras la ruptura del bloque radical, el partido amarillo pasó a tener más integrantes. En ese caso, el lugar quedará en manos de Silvia Lospennato, la principal abanderada de Ficha Limpia.
La tercera vicepresidencia, mientras tanto, es motivo de conflicto. La UCR de Rodrigo de Loredo pretende que continúe en manos de Julio Cobos, pero Democracia Para Siempre -el sector de radicales díscolos que conduce Pablo Juliano- pretende que quede a cargo del santafesino Mario Barletta. Al igual que los díscolos de DPS, Barletta rompió con el bloque de De Loredo, pero formó su propio monobloque llamado “Unidos”. De Loredo, sin embargo, rechazó la propuesta en la reunión de jefes de bloque en el despacho de Menem. “Era simbólico, no queríamos que arregle con De Loredo. Ahora veremos como votamos en el recinto”, explica un diputado de DPS que observa que Menem logrará cerrar un acuerdo con el resto de los bloques.
El objetivo original de DPS había sido armar una mayoría con EF para quedarse con el lugar, pero el pichettismo decidió bajarse de la pelea. Los argumentos varían según a quien se le pregunte. “Pichetto arregló con Milei”, sostienen desde el radicalismo. “No nos queremos meter en una interna radical”, explican, en cambio, en el pichettismo.
La discusión en el peronismo
UxP, mientras tanto, no anticipa su estrategia. Previo a reunirse con Menem, el titular de bloque, Germán Martínez, juntó a la tropa para definir qué postura adoptarán en el recinto. Sin embargo, luego de más de dos horas de debate, la bancada peronista no terminó de llegar a un acuerdo. Hay distintas posturas: los más duros con Menem no quieren saber nada con dar quórum, mientras que los sectores más moderados apuestan a habilitar la sesión y luego, en el momento de la votación, abstenerse.
“Hay mucho enojo”, explican autoridades de bloque. Muchos no le perdonan a Menem la falta de respuesta tras la represión a jubilados que terminó con varios diputados lastimados, así como tampoco la visita al penal de Ezeiza de una comitiva de legisladores libertarios.
El bloque volverá a reunirse una hora antes de que comience la sesión y ahí terminará de definir su postura. Martínez amaga con no dar quórum, pero sus compañeros de bloque admiten, por lo bajo, que el gobierno conseguirá el número por otro lado.