“Las calles tendrían que estar llenas de cadáveres”: los datos sobre muertes por hambre que desmienten a Milei

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“Dicen que ‘la gente no llega a fin de mes’. La frase sirve para ponerse sensiblero. Pero si fuese cierta, ustedes al caminar por la calle, tendrían que estar llena de cadáveres”.

La frase pertenece a Javier Milei. Con esa crudeza y frialdad, el Presidente salió al cruce de las críticas al modelo económico y social por la falta de sensibilidad sobre las personas que no llegan a fin de mes por los bajos ingresos y el incremento de la desocupación.

En un evento de la Fundación Faro, Milei insistió en que sacó 12 millones de personas de la pobreza, mientras cae el consumo y los salarios se congelan.

Al festejar el veto a la ley que otorgaba un aumento mínimo a los jubilados y declaraba la emergencia para el área de discapacidad, afirmó: “Había salarios de 300 dólares y ahora son de 1000. Y dicen que ‘la gente no llega a fin de mes’. La frase sirve para ponerse sensiblero. Pero si fuese cierta, ustedes al caminar por la calle, tendrían que estar llena de cadáveres”.

“Si fuera cierto, las calles estarían complicadas. Y es un insulto a los que hacen un esfuerzo por seguir adelante en la vía honesta. Los kukas y gran parte del periodismo no la conocen”, dijo el Presidente.

Los datos que desmienten a Milei

Sin embargo, más allá de lo polémico de la justificación —como si sólo un país lleno de cadáveres explicara que la gente no llega a fin de mes— los datos sostienen que, en verdad, sí está creciendo la cantidad de personas que mueren de hambre en la calle.

“La calle tendría que estar llena de cadáveres”

Según los datos del último año, entre enero y junio del 2025 hubo 63 muertes en todo el país de personas en situación de calle producto de la situación de vulnerabilidad y hambre en la que estaban, según explicó Jorgelina Di Iorio, doctora en Psicología e investigadora del Conicet y coordinadora del Registro Unificado de Violencias (RUV), que desde hace cuatro años hace un monitoreo de este tipo de situaciones en todo el país.

“Entendemos que la muerte en un espacio público son muertes sin agresión física, pero producto de las violencias estructurales, de la pobreza, del hambre, de la falta de asistencia”, afirmó.

Y añadió: “Y lo que venimos observando en este cuarto informe –si bien es más difícil comprar– nos permite ver cómo en la medida en la que hay más personas en situación de calle, hay más muertes”.

Sin embargo, pese a lo alarmante de las 63 muertes añadió: “Estas muertes son las que los medios muestran, seguramente hay mucho más: y eso es lo que dicen las organizaciones que recorren las calles y dan asistencia y contención”.

Mala alimentación y exposición a bajas temperaturas

“La mala alimentación, la exposición a bajas temperaturas y al calor extremo, la deshidratación, falta de higiene, la imposibilidad de ciclos constantes de sueño, estrés, violencias físicas, no acceder a los servicios de salud, así como no acceder a un lugar donde dormir por falta de vacantes, agravan cualquier condición preexistente y generan que tengan más dificultades para bancar el frío“, agregan las organizaciones, que indican que 13 de las muertes se produjeron en la Ciudad de Buenos Aires.

Así y todo, los números pueden marcar incluso una subrepresentación con respecto a la realidad, ya que el registro se realiza a partir de los casos recabados internamente por las propias organizaciones o por publicaciones de medios de comunicación, por lo que muchos casos pueden no llegar a denunciarse por la dinámica propia de la vida en la calle.

Aunque advierten que las condiciones de frío extremo obviamente recrudecen la situación de las personas expuestas a ese clima, las organizaciones se encargan de aclarar que “el frío no causó nuevas muertes“, sino “las políticas de hambre y las respuestas no integrales que prolongan la situación de calle”.

Las ONG se organizan, así, para intentar sostener un poco la situación ante las temperaturas que en el comienzo de esta semana llegaron a traspasar la barrera de los cero grados. Buscan “poder seguir ofreciendo comida, algo caliente, hacer frazadas o entregar ropa de abrigo, porque cuando el Estado se retira, las redes nos sostienen“.