Semáforo rojo para las economías regionales

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Mientras Javier Milei sigue hablando del “milagro argentino”, el consumo de leche y de carne llegarán este año al niveles escandalosamente bajos: en el caso de la carne, el más bajo en más de un siglo. El llamado “consumo masivo” muestra caídas sin parangón y, sin políticas públicas que fomenten la producción, las economías regionales se exhiben en rojo alarma. El habitual semáforo que mensualmente construye la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) marcó para mediados de este año doce producciones en rojo, sobre un total de diecinueve. Y aunque algunas ramas del interior productivo buscan diversificarse vendiendo al sector externo, los volumenes no alcanzan a compensar los menores despachos hacia el mercado interno. La cadena lechera, los cítricos dulces, la actividad forestal, la yerba mate, el vino, los ovinos, la miel, todos están en crisis.

No sólo el consumo de leche y carne es insuficiente, también cayó la ingesta de frutas y verduras y solo aumentó la de harinas y fideos, mientras el difundido informe de Unicef da cuenta de que hoy un millón y medio de niños y niñas saltea al menos una comida al día en la Argentina. Todos los analistas arriban a la misma conclusión: el problema central es la fuerte caída en la demanda. En otro contexto tendrían más sentido las críticas por los elevados costos productivos, los impuestos distorsivos o las dificultades para importar, que hoy ocupan un lugar secundario mientras el consumo no reviva.

La yerba

El caso de la industria yerbatera es un ejemplo de que quienes peor la pasan son los más chicos en la cadena. La crisis en el sector tiene como protagonistas a los productores por la retracción en los valores que reciben a cambio de la venta de la materia prima (la hoja verde antes de ser secada y enviada al molino). Y hay pocas razones para esperar que esto se revierta, analizó el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), básicamente debido a la inacción del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM) en el gobierno de Milei.

El Instituto se encargaba de fijar precios de referencia, coordinando cada seis meses aproximadamente entre productores y procesadores de la yerba mate. Estos últimos eslabones de la cadena de valor (la industria molinera y fraccionadora de yerba mate) están muy concentrados, solo 10 empresas controlan el 73 por ciento del mercado interno. Entonces si antes los productores recibían algo menos del 10 por ciento del precio deventa de la yerba mate, ahora, con la desregulación promovida por Milei, pasaron a “captar 5,8 por ciento del precio de venta final, esto es 3,1 puntos menos que en junio 2023, advierte el CEPA.

En el primer semestre del año, los despachos de yerba procesada hacia el mercado interno cayeron 14 por ciento interanual y en junio se empezó a registrar también una caída en la producción de hoja verde. El mercado interno consumió 119 toneladas de yerba entre enero y junio versus 135 en promedio en igual período de los últimos años. Las exportaciones aumentaron pero apenas completan 20 toneladas en el semestre, según datos del INYM. Otro dato preocupante fue el gran aumento de las importaciones de yerba mate canchada (sin elaborar) desde Paraguay y Brasil, también como consecuencia de la desregulación del mercado a partir del DNU 70/23.

La carne

El consumo de carne vacuna en Argentina llegará este año al nivel más bajo en más de 100 años, según alertó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario. Argentina es uno de los países con mayor consumo histórico de kilos de carne por habitante, pero este ratio viene cayendo. “El promedio de los primeros seis meses del año se ubicó en 44,7 kilos/hab/año y resultó 17 por ciento menor al registrado en igual período de 2023″, sacaron cuentas desde la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra).

El mercado interno también ese central para la producción ganadera, pese a que las exportaciones crecieron con fuerza desde 2018, cuando la crisis macrista también frenó el consumo doméstico. Aún así se mueve más afectada por sus propios ciclos: el 2023 se caracterizó por una de las mayores faenas debido a la venta anticipada de hacienda y la liquidación de vientres por el efecto de la sequía La disponibilidad de hacienda para faenar este año es mucho menor, dada la corrección en el stock de madres, sostiene Ciccra.

La leche

La producción lechera en el primer semestre del año cayó 12,6 por ciento interanual, según un informe reciente del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA). La producción en los tambos, que tuvo años críticos también durante el gobierno de Mauricio Macri, pudo remontar en los años siguientes, pero en lo que va de 2024 cayó nuevamente y llegó “al nivel más bajo de los últimos 17 años”, según el mismo análisis. Otra vez, el costo más alto lo pagan los pequeños tamberos.

En cuanto a su estructura productiva, la industria lechera es más heterogénea: “Existen unas 680 empresas, de las cuales el 46 por ciento procesa menos de 5.000 litros día, el 45 por ciento entre 5001 y 250.000 litros día y solo el 3 por ciento procesa más de 250.000 litros diarios, es decir predominan las minipymes y pymes con un pequeño conglomerado de grandes empresas”, describe el IDAA.

Las exportaciones de leche y sus derivados representan el 30 por ciento de la producción. Son más relevantes para el país si se comparan con los dólares que ingresan por la yerba. Aún así, con un alza del 13 por ciento en términos de litros equivalentes exportados en el primer semestre, no alcanzan a compensar las menores ventas en el mercado interno. “Argentina es uno de los países con mayor consumo de leche en el mundo”, sostiene el IDAA, pero el consumo de lácteos por habitante cayó 17,3 por ciento en el primer semestre y “seguramente el año 2024 cerrará con el menor consumo del que se tenga registro”.

El vino

Otra industria que se vio seriamente golpeada por la actual crisis de consumo es la del vino. Desde el Observatorio Vitivinícola Argentino advirtieron que las bebidas alcohólicas, al no ser parte de una demanda esencial, pierden fuerte durante las crisis. En el primer semestre del año, la caída de las ventas de vino en el mercado interno fue de 4,3 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).

 

La producción de vino, en tanto, mirada en perspectiva decreció en los últimos años: hasta un mínimo de 15 millones de hectolitros en pandemia y una marca menor (de 11 millones) en 2023 por la sequía. La vendimia este año se ubicaría en torno al promedio previo a la sequía; una parte (menor) se destinará al mercado externo pero los productores acusan dificultades cambiarias, al igual que en el caso de la leche. Una de las escasas políticas públicas del gobierno fue el paliativo de no aumentarles las retenciones.