Suspenso y explosión en “Reflejo de un pescador”, atrapante documental inmerso en el río

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“Reflejo de un pescador”, que llega a salas de estreno este jueves, sigue la aventura de Tulio, un pescador que lleva a cuesta sus anhelos y desencuentros, mientras se prepara para la Fiesta Nacional del Surubí, uno de los eventos más importantes de Corrientes y que los directores bañan en suspenso.

“En nuestras charlas para ver a cuál pescador elegíamos, nos confesamos que algo habíamos sentido cuando entró Tulio al lugar donde hacíamos el casting. Y así fue. Elegimos a Tulio por su perfil de pescador, pero lo que nos sacó de la duda fue esa energía que sentimos con él”, dijo a Télam Benjamín Delgado, codirector de la película junto a Lucía Cavallotti.

Delgado quería filmar algo en Goya, pueblo correntino de su infancia, y fue el cuarenta aniversario de la Fiesta del Surubí el detonante de la película. Pero lejos de hacer un documental sobre la festividad, los directores prefirieron seguir la vida de un lugareño enmarcada en el evento que reúne año tras año a 3.000 pescadores de varios lugares del país.

“La idea de hacer un documental -agregó el director- que involucrara de alguna forma a la Fiesta Nacional del Surubí venía desde hacía muchos años. Hicimos un casting y allí fue que conocimos a Tulio. Lo entrevistamos y luego de él empezaron a caer un sinnúmero de pescadores. De pronto, ya no teníamos tiempo libre y era una entrevista tras otra. Lo hicimos sin parar hasta que cayó el sol. Al final del día, miramos todas las entrevistas y estábamos con algunas dudas, no sabíamos a quién elegir”.

Luego de conocer a Tulio, la pareja de directores grabó durante cuatro años, entre 2015 y 2019, la competencia en el río debido a la complejidad que ello conllevaba. Cientos de lanchas, con sus particularidades, rompen la calma y el silencio de Goya para adentrarse en los diversos brazos del Paraná. Sobre la calle, miles de fanáticos y curiosos se acercan a verlos, tras lo cual esperan el desenlace, casi 24 horas más tarde, en la feria que se arma en las cercanías.

Todo eso no se puede filmar de una vez y ante ello, tomaron la decisión de viajar en varias oportunidades para ubicar las cámaras en tantos lugares como fuera posible para captar el verdadero clima de lugar y su gente.

“Cada viaje que hicimos filmamos la largada desde un ángulo distinto. Entonces, un año lo filmamos desde el flotante de la ciudad. Al año siguiente desde otro ángulo y así. El mayor reto fue hacerlo desde arriba de la lancha, junto a Tulio. Hay muchísimas restricciones en el río el día de la largada de lanchas, además de que no disponíamos de las herramientas técnicas para filmar en una lancha en movimiento con semejante oleaje como el que se arma”, señaló Delgado.

-¿Cómo fue el rodaje en medio del río?

-Durante toda la película hay un plano y el contraplano que, a veces, hay cuatro años de diferencia entre uno y otro. Lograr una continuidad y que esa diferencia de años no sea perceptible, ha sido un enorme desafío. También cabe aclarar que el equipo técnico de realización en el 80 por ciento de los viajes fuimos Lucía y yo. Ambos dirigíamos, ella hacía sonido directo y yo fotografía y cámara. Hubo dos viajes donde pudimos sumar sonidistas y uno en donde vino un amigo nuestro a hacer fotografía y cámara. En otros dos más se sumaron cámaras adicionales, pero solo en momentos muy específicos. Habitualmente éramos un solo equipo de cámara para cubrir todo el evento. Cada vez que se terminaba una actividad, teníamos que esperar un año entero para volver a completar lo que sea que nos había faltado. Ese elemento singular hacía que planeáramos muy bien cada ida a Goya y que tuviéramos cierta presión en lograr nuestros objetivos en cada viaje. Este modelo de producción era el que podíamos lograr con los recursos que teníamos y lo aceptamos. Fue la forma en que hemos logrado este proyecto.

-¿Cómo pensaste la música y este montaje de “suspenso”?

-La música es original, compuesta, grabada y producida para el proyecto por Manuel Farizano. Gran músico y compositor, oriundo también de la ciudad de Goya. Más allá de sus aptitudes artísticas, este detalle era realmente importante ya que él conoce la Fiesta, conoce el río, estaba siguiendo nuestra película y ya veníamos trabajando juntos a lo largo de los años en otros proyectos. La idea inicial fue que él hiciera una primera propuesta libre siguiendo algunas referencias que le habíamos compartido. El resultado fue extremadamente maravilloso, acertado y ya cubría muchísimo. Por otro lado, las secuencias de “pre-largada” y “largada de lanchas” sí fueron bastante complejas y demandaron gran desarrollo y tiempo. Hay un crescendo en la comunicación de información hacia el espectador y de pronto vemos a Tulio preparándose para algo que no se anticipa.

-¿Qué enseñanza te dejó la vida de Tulio y de los pescadores?

-Un gran aprendizaje que nos llevamos es que en la vida hay dos formas de hacer las cosas: fluyendo o forzando. La astucia radica en saber cuándo y cómo usar uno y otro y, valga la redundancia, saber cuándo no forzar uno y entregarse al otro. Hemos planeado una infinidad de planos y escenas que, por algún motivo u otro, no podían ser o suceder cómo lo habíamos planeado. Y se nos presentaban dos opciones: seguíamos insistiendo en hacerlo cómo lo habíamos planeado, o nos entregábamos a la forma en la que nos estaba sucediendo. Y allí entra en juego la sabiduría de Tulio, una persona que pasa más tiempo en la naturaleza que en la ciudad. Persona observadora y entendida del entorno a donde se arrima. Como bien dijo él: “…el fluir del río, es el fluir de mi vida…”